El Herradero

Texto y fotos: Pierre Pellegrin Ochoa


Una mirada al maltrato "tradicional" de animales


Saludos, sonrisas y abrazos. Todas las personas están felices de poder reunirse, de poder pasar un rato agradable con la familia, y que mejor que en un pequeño rancho, con aire fresco y en la naturaleza.

Es un pequeño pueblo al norte de Huamantla, Tlaxcala, y para cuando llego ya está lista la mesa de comida, una señora haciendo chalupas, las cervezas y sobretodo el entusiasmo y las retas para ver quien es el más valiente y se atreve a entrar al ruedo.

El evento consiste en marcar vaquillas, que son vacas no domadas, de muy corta edad, para que así el rancho tenga un fácil control sobre ellas. Generalmente esto pasa a menudo en grandes ranchos, en donde hay enormes cantidades de estos animales, y es algo común, pero en este caso, y en otros donde el rancho es pequeño, es tradición invitar amigos y familiares, dar de comer y beber en este gran evento.
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Cuando voy entrando al ruedo, puedo ver como unas diez personas muy animadas corren detrás de este asustado animal, y cuando logran tirarlo al suelo, se acercan los niños para mantenerlo quieto. Entonces llega otro niño, que saca un fierro al rojo vivo y lo coloca en la parte lateral de la vaquilla, presiona, pelo y piel empiezan a quemarse, el humo es muchísimo, pero es más fuerte los quejidos de dolor que suelta el pobre animal. Como si eso no fuera suficiente, falta otro número mas, causando aún más dolor a la vaquilla, y para colmo se acerca otro niño que trae la “marca de el rancho”... continúa el suplicio al animal.

-Es que es para que no se los roben- dice uno.
Creo es tiempo de dejar atrás estos métodos salvajes y de aplicar nuevas leyes en donde se prohíba este tipo de innecesaria tortura animal, en donde se lleven a cabo otras formas para llevar un control sobre estos animales, sin necesidad de causarles dolor. Haciendo de ranchos lugares dignos en donde un animal pueda vivir tranquilo y sin miedo.
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