¡UNA BOMBA, UNA BOMBA!


Por: Federico García
Fotos: FACICO

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Cronica de una Bromba!

Alumnos de la facultad de Ciencias de la Comunicación practicaban las conjugaciones del verbo to-be (el ser o estar) cuando de súbito se abrió la puerta del salón de clases y una docente de dicha institución ubicada dentro del campus universitario del estado de Veracruz daba la orden de “evacuación inmediata”. La pregunta repentina se hizo sonar entre los alumnos: “¿tembló?” Dijo uno, otro siguió “¿Es un simulacro?” y un tercer ilusionado preguntó “¿Llegó el tío Fide a la facultad?”
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Entre preguntas sin respuesta, uno a uno con mucha curiosidad comenzaron a desalojar el salón. Al salir se encontraron con los demás alumnos y docentes que se encontraban en las mismas inquietudes. Como hormigas se amotinaban ansiosos de una respuesta. Mientras unos se detenían a discutir la repentina interrupción de clases, otros buscaban el aperitivo del medio día para matar el hambre.
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Cerca de ahí comenzaban a desfilar oficiales de la Policía Municipal de Boca del Río, procurando con esa sutileza típica en el rostro no dejar a nadie dentro del campus.
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Se trata de una amenaza de bomba” dijo un oficial con gafas, “Así que retírense por su seguridad” exclamó en voz alta y firme. Fue cuando alumnos y catedráticos sin titubear emprendieron la salida por la parte trasera de la facultad. El clima se tornaba ya con seriedad con un cierto aroma a preocupación.
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En la breve travesía hasta la puerta de evacuación comenzaban a sonar las especulaciones provenientes del alumnado, que vinculaban desde la delincuencia organizada, pasando por narcotraficantes hasta algún agitador enardecido por el reciente error ocurrido con el examen del CENEVAL.
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Al mismo tiempo, unidades de protección civil encabezadas por el director de operaciones Alfonzo García Cardón comenzaron a evacuar la zona restante del campus; Facultad Contabilidad, el centro de idiomas ubicado en la parte central del campus universitario y la facultad de Odontología. Ésta última negándose a la evacuación inmediata en aras del profesionalismo y un poco de desinformación.
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Una vez evacuados los alumnos y catedráticos y sin más que hacer por el momento comenzaron a esparcirse por todo lo largo de las calles Reyes Heroles y Juan Pablo II que ya se encontraban cerradas en ambos sentidos viales, esperando reanudar clases hasta pasadas las 17:00 del día.
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Quizá por el calor de la situación y lo inesperado del suceso. pero el calor era apabullante en la tarde del miércoles 3 de septiembre. La tarde de la bomba.
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*Una llamada inesperada.
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Gabriela Chavéz Zaragoza trabajadora del conmutador en las oficinas de vicerrectoria de la universidad veracruzana levantó el auricular a una llamada entrante en punto de las 12:30 de la tarde. Una voz que anunciaba la presencia de una bomba colocada en las instalaciones de vicerrectoria.

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Pero no fue hasta las 13 con 40 minutos en que la llamada se reanudo confirmando la amenaza de bomba. Entonces los respectivos trabajadores comenzaron a movilizarse, corriendo la voz, primero por las facultades más próximas, Comunicación y Pedagogía.
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Las llamadas al cuerpo de Policía Intermunicipal, protección civil y bomberos no se hicieron esperar. Aunque la orden ya se había dado uno que otro curioso se acercaba buscando alguna respuesta a sus interrogantes. Pero inmediatamente fueron retirados.
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Patrullas y motocicletas se estacionaban por todo lo largo de la Calle Juan Pablo II, la seguridad comenzaba a dar sus primeros latidos, oficiales tomaban el control de la situación colocándose en todas las puertas por las que se puede tener acceso al campus.
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Comenzaban a llegar los medios y estos al igual que cualquier civil se encontraban con dificultad para ingresar a las instalaciones. Entrevistas que tuvieron que extenderse por encima de la reja en la que custodiaba un agente de seguridad que bajo las indicaciones de sus superiores se mantenía inmutable.
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Sonaba desde el radio del agente una voz con estática: “¡Nadie pasa, estamos evacuando la USBI, pero nadie pasa!” El agente no dio respuesta al llamado y lo cambió por una mirada de preocupación hacia los que se encontraban afuera.
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Del otro lado de la reja, pasaban de un lado a otro los oficiales, unos a zancadas atravesaban el campus, otros con mayor cautela se daba el tiempo para repara en los detalles y buscar en los lugares menos pensados. Hubo quien prefirió buscar entre las sombras que proyectaban las palmeras de las áreas verdes para refrescar su búsqueda.
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Se corría la voz para presenciar el auxilio del ejército. Pero el rumor se apagaba conforme avanzaban los minutos. Un joven motociclista se estacionaba a los pies del campus, su casco tenía grabado un pollo en caricatura. El joven del casco se quedó ahí, como esperando algo o a alguien.
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Casi enseguida llegó para toparse con reja cerrada una trabajadora de intendencia de vicerrectoria. “Tengo que checar porque sino me descuentan los minutos” decía mientras se limpiaba el sudor con un pañuelo. El agente de seguridad que permanencia como una estatua le hacía ver que eso sería imposible, pero no pudo terminar su discurso cuando la señora lo interrumpió con voz enérgica: “Pero ese es mi trabajo y sino trabajo no como señor”. Con paciencia el agente reintentó hacer entender a la señora de que se trataba de su seguridad. La resignación llegó casi evaporada hasta la cabeza de la señora y dejando una mentada de madre se retiró.
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El chico del casco asomaba la mirada hasta donde le permitía las palmeras sin pronunciar palabra alguna. A su lado llegaba otro menos afortunado que la señora del pañuelo. Traía en manos los papeles de su titulación que por disposición del destino tendría que seguir esperando.
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En ese preciso momento se extendía el inconfundible sonido de una sirena. Se trataba del Heroico cuerpo de bomberos. Del vehículo bajaron tres bomberos, forrados por esos trajes gruesos manchados de batallas acumuladas contra las inclemencias del clima o algún despistado que dejó la llave del gas abierto.
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“¿Que encontraron?” pregunto uno de los bomberos, “Hasta ahora nada” respondió el agente de seguridad que terminada la tarde se convirtió en el portero del campus, pues muchos de los medios encontraron la forma de introducirse por los corredores de la institución.
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Algunos destellos de las cámaras capturaban la llegada de los bomberos que solo encontraban lo que ellos suelen llamar una “cábula” una broma, un mal chiste y una lamentable perdida de tiempo.
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Una mirada al reloj, el chico del casco sudaba su uniforme. Pero sus ojos emanaron un destello al mirar la figura de la vicerrectora arribando al campus, entonces corrió hasta su motocicleta y sacó una bolsa de su compartimento. La vicerrectora con paso apresurado cruzó unas líneas con el agente de seguridad ahora en su función como portero: “¿Ya todo está bien?” Preguntó. El agente afirmó con la cabeza. “¡Qué bueno!” La vicerrectora se disponía a cruzar la reja que “dividía” el orden del caos pero fue tomada por sorpresa del brazo por el chico del casco quien le dijo “Son $49.90” Una entrega a domicilio (vicerrectoria) llegaba a su fin.



Después de unos minutos el clima emocional bajaba de intensidad, a los policías ya se les veía disfrutando de la vista de campus, con sonrisas en el rostro paseaban de un lado a otro en señal de una FALSA ALARMA.
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De igual manera que los alumnos de las diferentes facultades, medios, oficiales y bomberos evacuaron a la par. Poco a poco el campus se iba quedando nuevamente vacio. Un oficial se acercó al comandante Arturo Triana y en voz baja le dijo “Encontramos este objeto sospechoso” Se trataba de una caja de zapatos forrada y pintada por lo interno y externo. Por su apariencia sospechosa efectivamente, sin embargo se trataba de una cámara estenopeica que según la fuente de wikipedia, en su forma más simple consiste en una caja que no permita la entrada de luz con un agujero en una de sus paredes y la película o el papel fotográfico en la pared contraria. El agujero se puede hacer con una aguja en una hoja delgada de aluminio o latón y sirve para sacar fotos.
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El “objeto sospechoso” se encontraba oculto entre unas rocas de las áreas verdes ubicadas a un costado de las instalaciones de vicerrectoria y fue puesta en ese lugar por algún olvidadizo alumno del taller de fotografía hace más de de un año y medio.

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