La Entrevista

Por: Agustín Madrigal.

Fernando Eimbcke: cine, éxito y juventud en armonía.

Parado en medio de dos mamparas blancas que dicen “Festival internacional de Cine en Guadalajara”, no puede evitar evidenciar su nerviosismo: sonríe con la cabeza baja, los ojos medio abiertos, las manos en la espalda. Decenas de cámaras lo enfocan, iluminan su rostro de niño curioso con sus flash. Cuando la sesión fotográfica termina, somos más de diez los reporteros que nos acercamos a él con nuestras grabadoras y nuestras libretas en las manos.
Al vernos llegar, se lleva la mano derecha a su cabeza rapada y rasca su nuca, quizá pensando la mejor de las respuestas. Dos organizadores del Festival lo conducen a unos equipales. Fernando, de playera verde y pantalones holgados, se sienta y nos mira a todos como siendo conciente de que le queda poco tiempo para dar las entrevistas, que somos muchos los que queremos platicar con él, y que, por sobre todas las cosas, es, a su corta edad –treinta y siete-, un entusiasta exitoso.

Llegué ayer y no he dejado de dar entrevistas, de dejarme fotografiar”, nos dice con la cabeza agachada, como para romper el hielo. “Me siento como muñequito en vitrina”.
Y en cierta forma Fernando es el “muñequito” del Festival: tras su triunfo en la versión del mismo de 2005 –entonces Muestra-, cuando trajo a Guadalajara bajo el brazo su ópera prima, Temporada de Patos, triunfo que equivalió a siete Premios Mayahuel en las categorías de Mejor Director, Mejor Largometraje Mexicano, Mejor Diseño Sonoro, Mejor Actor, Mejor Guión, Mejor Actriz y Mejor Música Original, Fernando es una presencia sumamente esperada cada año en el evento cinematográfico, presente o no una película.

Pero el 2008, el Festival le abrió las puertas una vez más en su papel de realizador. Lake Tahoe, su segundo largometraje, recibió profundas muestras de aceptación por parte del público asistente a las funciones de prensa y gala en el Teatro Diana.

“Es algo sumamente grato. Estoy haciendo lo que siempre quise, en mi propio país, sin necesidad de abordar un avión y probar suerte en otro continente, como muchos han tenido que hacer para lograr sus metas. Todo se ha dado aquí y con los méritos de mucha gente a mi alrededor, gente comprometida con esto que es el cine, una actividad que es tan difícil de llevar a cabo, de convertir en medio de vida”.

Mientras responde, Fernando mira a los ojos de su interlocutor. Si bien su actividad cinematográfica tiene poco tiempo de iniciada –hacia el año 1994 dirigió su primer cortometraje, Alcanzar una estrella-, no se necesita mucho esfuerzo para entender, incluso en su propia visión de la realidad actual del cine, que es un joven bien plantado, de ideas claras y precisas.

El gran problema, nuestro gran problema (el de los realizadores) es la distribución. Aunque no creas, en el proceso de creación también hay muchos baches, muchas trabas, como los presupuestos y los patrocinios. Pero encontrar distribuidores realmente eficaces, comprometidos con el cine mexicano, es difícil, requiere de tu nombre, de tu constancia, si no, nadie te apoya”.

Con Temporada de Patos tuvimos suerte, y contactos. Todo se dio de buena manera y presentarla aquí en Guadalajara y que recibiera el Ariel a Mejor Película levantó mucho su capacidad de atraer público”.
Su ópera prima es un recorrido por un domingo de ocio de la vida de un grupo de jóvenes que se conocen en la ocasión. Los cuatro personajes principales de la cinta atraviesan por conflictos particulares que, además, reflejan en la pantalla conflictos sociales como la separación familiar y la falta de fuentes de empleo completamente satisfactorias.

Al respecto, Fernando asegura siempre intentar mostrar en sus obras cómo la poca acción de los personajes puede reflejar mucho más en pantalla que complicadas –y costosas- escenas de locación: “Es cuestión de saber combinar elementos, historias, tramas, imágenes. Todo va dando lugar a un recorrido por las características mismas del ser humano, un adentramiento en nuestras condiciones, nuestras faltas, nuestra situación”.
S

Para su segundo largometraje, ¿Te acuerdas de Lake Tahoe? –comercialmente simplemente Lake Tahoe-, Fernando afirma haber buscado un guión mucho más elaborado, más arriesgado, pero también más preciso.
“Las dos cintas han significado un reto, claro está. Un reto escribirlas (Fernando es autor de la historia y el guión de ambos trabajos), un reto buscar actores dispuestos a hacerlas, productores, y distribuidores, que, como te decía, es lo más complicado del proceso”.
A México le hace falta todavía fomentar la industrialización de su cine. Como que nadie ha logrado entender que el cine sirve no sólo como negocio de importación, sino como industria”. “Hace falta entender que hay talento, mucho, y que si logramos hacer que se quede aquí, y produzca aquí, otro gallo va a cantar para nuestra propia realización cinematográfica”.
La entrevista tiene que apresurarse. Dos edecanes del Festival se acercan a Fernando e intentan presionar el ritmo de las preguntas. El talentoso director rasca su cabeza una vez más, ante el asedio de la organización. No logro imaginarlo trabajando bajo la presión que requiere una producción cinematográfica. No logro imaginarlo momentos antes de presentar por vez primera su obra artística ante el jurado de un festival, o ante una sala llena de espectadores ansiosos.
La educación es la clave, la educación artística. Hace falta todavía mucho. Que se imprima en los programas educativos, en la familia. Que se lleve a los chavos a ver buen cine, a apreciar el cine mexicano”, afirma.

Si seguimos viendo a Holliwood como creador único de maravillas cinematográficas, bonito panorama tendremos en los próximos años, cuando todo el armado de su estructura vaya en decadencia”.
Los logros de Fernando hablan por sí mismos. Mientras se retira hacia su habitación, ubicada en el mismo hotel en que se ha llevado a cabo la entrevista con los medios de comunicación, no puede evitarse pensar en la capacidad que tiene la juventud para abrirse paso en el medio social y profesional.

Una última pregunta al respecto es incisiva, inmisericorde, pero Fernando la contesta sin pensarlo mucho: ¿es su juventud un pro o un contra en su carrera cinematográfica?
La juventud como ayuda o perjuicio es muy relativa. Todo depende del momento, la situación y de ti mismo. Si ser joven te lleva a cometer tonterías, o a que en la falta de experiencia justifiques tu ineptitud, tu falta de profesionalismo, tu juventud es perjudicial. Pero si ser joven te abre las puertas, y te acerca a conocer más personas porque estás más abierto a eso, o te mueve a probar o intentar hacer todo distinto, entonces puede ayudar”.
“Además, eso de la juventud es relativo. Uno ve cineastas de muchos años haciendo cine con mucha energía y se pregunta si llegará a esa circunstancia”.
“Yo no lo sé, pero estoy dispuesto a hacerlo”.

No hay comentarios: